Uno de los documentos clave sobre el medio ambiente, el “Informe Brundtland”, de 1987, es claro: "El desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades". De hecho, uno de los principales desafíos que enfrenta la sociedad es adoptar un modelo de producción y consumo que contemple el bienestar y los derechos de los niños, niñas y adolescentes de hoy y del futuro.
En este sentido, cabe señalar que si queremos formar una población de niños, niñas y jóvenes menos consumista y ejerciendo una mayor conciencia con relación al medio ambiente en general y al cambio climático en particular, es necesario discutir y reducir el principal estímulo de los patrones exacerbados de los consumidores: la publicidad. Aquí entra en discusión el papel de los medios para influir en la decisión de los niños, niñas y los jóvenes.
Varios estudios muestran que la publicidad influye en la manera como los niños, niñas y adolescentes se relacionan con los productos e incluso con la familia. Basándose en estos hallazgos, países como Suecia, Noruega, Italia, Irlanda, Grecia, Dinamarca y Bélgica, según un estudio realizado por el profesor Edgar Rebouças, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), ya prohíben, aunque con algunas diferencias, la publicidad dirigida a la niñez. "La cuestión de los niños y niñas como un grupo objetivo de la publicidad en televisión debe ser vista desde una perspectiva ética y moral, como algo que tiene que ver con nuestra visión de la infancia y sus necesidades en nuestra sociedad", dijo el Consejo Nacional de Políticas para el Consumidor de Suecia cuando fue indagado al respecto.
Para la coordinadora del proyecto “Infancia y consumo” del Instituto Alana, Isabel Henriques, los niños y niñas son ahora el blanco de “bombardeos” de una comunicación de marketing y publicidad, lo que causa mucho daño al sano desarrollo. "Este exceso trae como consecuencia la obesidad infantil, el erotismo precoz, el desgaste de las relaciones familiares, la violencia. Y esto tiene un impacto, incluso en el gasto público. Todo está interconectado".
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